Esta es una historia sobre el verdadero significado de la amistad, ya que la amistad puede salvar vidas.
Un día cuando era estudiante de
secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se
llamaba Carlos. Iba cargando todos sus libros y pensé: "¿Por qué se estará
llevando a su casa todos los libros el viernes?. Yo ya tenía planes para todo
el fin de semana: fiestas y un partido de futbol con mis amigos el sábado por
la tarde, asi que me encogí de hombros y seguí mi camino.
Mientras caminaba, vi a un monton
de chicos corriendo hacia él.
Cuando lo alcanzaron le tiraron
todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo tiro al suelo.
Vi que sus
gafas volaron y cayeron al suelo como a tres metros de él. Miré hacia arriba y
pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. Mi corazón se estremeció, así que
corrí hacia él mientras gateaba buscando sus gafas. Vi lagrimas en sus ojos.
Le acerqué a sus manos sus gafas
y le dije, "esos chicos son unos descarados, no deberían hacer esto".
Me miró y me dijo: " gracias!".
Había una gran sonrisa en su
cara; una de esas sonrisas que mostraban verdadera gratitud. Lo ayudé con sus libros.
Vivía cerca de mi casa.
Le pregunté por qué no lo había
visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada.
Yo nunca había conocido a alguien
que fuera a una escuela privada.
Caminamos hasta casa. Lo ayudé
con sus libros; parecía un buen chico.
Le pregunté si quería jugar al
futbol el sábado conmigo y mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin
de semana. Mientras mas conocía a Carlos, mejor nos caía, tanto a mí como a mis
amigos.
Llegó el lunes por la mañana y
ahí estaba Carlos con aquella enorme pila de libros de nuevo. Me paré y le
dije:
"Hola, vas a sacar buenos
músculos si cargas todos esos libros todos los días". Se río y me dio la
mitad para que le ayudara.
Durante los siguientes cuatro
años nos convertimos en los mejores amigos. Cuando ya estábamos por terminar la
secundaria, Carlos decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo a la de Duke.
Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. El
estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol. Llegó el gran
día de la graduación. El preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que
tenía que hablar. Carlos se veía realmente bien.
Era uno de esas personas que se
había encontrado a sí mismo durante la secundaria, había mejorado en todos los
aspectos, se veía bien con sus gafas. Tenía más citas con chicas que yo y todas
lo adoraban. ¡Caramba algunas veces hasta me sentía celoso...
Hoy era uno de esos días. Pude
ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una palmadita en la
espalda y le dije:
-"Vas a estar genial,
amigo". Me miró con una de esas miradas (realmente de agradecimiento) y me
sonrió:
-"Gracias", me dijo.
Limpió su garganta y comenzó su discurso: "La Graduación es un buen
momento para dar gracias a todos aquéllos que nos han ayudado a través de estos
años dificiles como tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún
entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles que
ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a este propósito,
les voy a contar una historia".
Yo miraba a mi amigo incrédulo
cuando comenzó a contar la historia del primer día que nos conocimos. Aquel fin
de semana él tenía planeado suicidarse.
Habló de cómo limpió su armario y
por qué llevaba todos sus libros con él: para que su madre no tuviera que ir
después a recogerlos a la escuela.
Me miraba fijamente y me sonreía.
"Afortunadamente fui salvado. Mi amigo me salvó de hacer algo irremediable".
Yo escuchaba con asombro como este apuesto popular chico contaba a todos ese
momento de debilidad.
Sus padres también me miraban y
me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. En ese momento me di cuenta de
lo profundo de sus palabras:
- "Nunca subestimes el poder
de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona,
para bien o para mal. Dios nos pone a cada uno frente a la vida de otros para impactarlos
de alguna manera".
Los amigos son una joya muy rara.
Ellos hacen que uno sonría lo animan a que se tenga éxito en lo que se desea.
Ellos saben escucharte, comparten sus palabras de aprecio y siempre quieren
abrir su corazón hacia nosotros.
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